viernes, 30 de diciembre de 2011

Paradise


He estado escuchando la estremecedora canción, recuperando una inspiración ahogada en el humedal del cielo. La que habla de soñar con ese lugar, el de la enorme inmensidad…no la que está adscrita al tiempo, al deseo o los obstáculos mentales… más que la punta de nuestros pies unidos… en esa inmensidad donde ahora está ella, comprendiendo cuán es cierto que es debido partir, para tocarla y ceñirse a su figura por completo.

Olvidé decirle tantas cosas, que a lo mejor no fueron olvidos, si no palabras impronunciables o pensamientos entrecortados, pero de alguna forma le demostré mi admiración, regando ese fruto que hace muchos años germinó y engrandeció, como solo ella pudo haberlo hecho. Sin elocuentes razones… entonces, su sonrisa bastó.

Habré llegado tarde sin poder estar cerca a su desdicha que luego convertiría en alivio, a su lluvia de astros guardada detrás de las retinas…. Y perder el tiempo en describirla, equivalente a intentar mencionar la sensación de tranquilidad cuando conocí su abrazo.

Me dedico a recordarla con la última imagen que gravé. Cálido rostro…expresión…a vida, a viento dorado.

Llegó esa otra canción, la que habla de estar sorprendidos en medio de la noche, haciéndose leyenda, acentuándose con sus alas al reposo del final. De nuevo recordándola, disipo telarañas en las que abrigaba mi aliento cuando cansada, mi respiración iba muriendo.

En un mejor horizonte, esperándonos, cuidando las rosas, mientras que a sí misma las lleva hacia sus mejillas, rejuveneciendo su alma, mojando su pelo, sudando en el pastal, sin sentirse enajenada, convirtiéndose en un ángel, mientras los demonios aquí nos desangramos, tratando de recobrar la voz.

Alternos en otra dimensión dejaremos su nombre clavado entre los pensamientos, y las letras fecundas de su rastro, querrán posarse en la distancia, como un nido de caricias, que junto a sus manos también han volado… y nuestro pecho, en medio de la luz fumará sus últimos segundos, agradeciendo haberla tenido, y haberla perdido.

Porque al morir nos hizo nacer. En su nombre beberemos las copas de vino tinto envueltas de calor, y a veces nos pondremos pálidos, de tanto suspirar…

Ella sonríe, baila junto a burbujas carmesí, mientras observa nuestra bella agonía…

Aquí, prometeremos extrañarte sin golpear tus alas.

viernes, 9 de diciembre de 2011



Nostalgia

Parecida a las canciones, llena de lo que fue y jamás continuó siendo…

Pero un poco más inesperada. No la esperé, después de haber luchado tanto contra mis demonios.

Sigue siendo la misma, tal vez, temerosa y escondida en la vehemente soledad que me envuelve.

Parecida a ese poema, acechado de dolor, del peso del tiempo… los años que con sus sonidos finalmente resuenan hasta dejar sordo a mi corazón.

Mi mente acorralada de un pasado decembrino, que gritó a mi cuerpo vacío esa ausencia, la partida del viajero en un barco sin destino, quien regresaría cuando las flores marchitaron, y volvió a partir, ésta vez sin dolor…

Solo espero, la nada…porque de esperar ya me agoté, tanto que hasta mis ojos ya no lloran, ni para vivir esta nostalgia, remarcar el camino extraviado, entibiar mis manos cada vez más frías, o para enredar mis dedos en una sola estampa de esperanzas…

Ha revivido la nostalgia, tan extraña pero necesaria, llenándome de fragmentos que cobijan mis noches inquietas…

Continúo recordando… el beso grabado debajo del árbol, siendo testigo el aire que susurraba a nuestras espaldas, el principio de una nueva historia… las caricias confundidas entre sábanas…recorriendo una y otra vez, el destello de la eternidad… todo ello fue incendiándose en la más pasional de las hogueras, para luego apagarse con la celosa lluvia, que a su calma solo trajo polvo, ahora ya esparcido entre aflicciones.

Tantas veces al reír he llorado por dentro, como si mi sonrisa fuese el exilio de mis momentáneas alegrías… la prisa filtrándose, hundiéndose en las horas, pintando a blanco y negro más enigmas, aumentando las fronteras entre el silencio y las miradas… sin embargo aún batallo, no cedo al helado cosquilleo del dolor, que por momentos roza mis oídos, pronuncia levemente querer volverme a poseer, y fingir que es mi más íntimo amigo, burlándose, perforando mi carne.

He querido demasiado… cansada de querer, probé muchos labios, insípidos, otros empapados de misterio, y algunos, un poco más cercanos a los suspiros cavados detrás de mis memorias.

De todas formas he sabido que perdí lo que nunca fue mío.

De todas formas aprendí que lo que espero no existe, porque no sabrá encontrarme.

De todas formas la nostalgia enfermará cuando quiera, lo que siempre me convenzo que ya he curado…

He de huir, con estas ganas de volar, abrazando las nubes y los rincones de paraísos imaginarios.

Huiré de mí, para seguir tropezando conmigo, y mis toxinas, mis ilusiones, mis hojalatas cortando las venas cuando vuelva a despertar…

Huiré de la nostalgia y volveré a nacer de ella... y de nuevo moriré, disfrazada de infinito.